Cuando era una nena, miraba a mi mama haciendo algunas cosas para mi papa que las tomaba con total naturalidad. Esa era la realidad en mi casa. Nunca los vi besarse con amor, solo unos picos que parecían rancios. Ni acariciarse, ni picaros … caminaban del brazo, nunca de la mano.
Ella fue un ama de casa de las de antes, que su vuelo era atender a la familia. Años después supe que debía mirar por la ventana, imaginándose otras cosas para ella, pero no se animo.
Había algo que en la adolescencia me exasperaba. Cuando el se iba a bañar, ella le llevaba las medias, el calzoncillo y el tallón. Era un código silencioso. Creía que mi papa era un déspota y mi mama una sumisa. Mmmmmm esa opinión no cambio, pero lo que me cambio es la forma de ver ese acto.
Quizás por los años, quizás por la vida, quizás porque estoy sensible hoy… pero no es una proeza, ni hay que aplaudirlos de pie. Era un acto de amor, chiquito, cotidiano, simple, sencillo. Y me huelen mejor que sus besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario