Se lacera la carne
sin tu mirada
de confesiones
vehementes.
Desconsuelo en mi piel
sin tus largos dedos
de travesía.
Horas desoladas
por la ausencia de tus besos
en la boca de mis deseos.
La tortura
de no llevar clavada
la marca de tu perfume.
Convaleciente
me arrastro en
recuerdos
que desagarran el alma.
Ruego al olvido
se compadezca
y te desvanezca de cada rincón.