domingo, 20 de octubre de 2013

Horas desoladas













Se lacera la carne
sin tu mirada
de confesiones  vehementes.

Desconsuelo en mi piel
sin tus largos dedos
de travesía.

Horas desoladas
por la ausencia de tus besos
en la boca de mis deseos.

La tortura
de no llevar clavada
la marca de tu perfume.

Convaleciente
me arrastro en  recuerdos
que desagarran el alma.

Ruego al olvido
se compadezca
y te desvanezca de cada rincón.


Miedo


 










Miedo embarrando los pies
que arrastran un pasado
 saqueando  el corazón
entumecido por sentimientos tullidos.

Horror de estar detenido al borde,
a solo un huella
de un porvenir borroso.

Lo siniestro de mirarse
y no evocarse ni en los rasgos
de lo que alguna vez supo ser
un segmento de mi.

Aterrada por la maldición
de  días inmóviles
que mueren antes de concebirme
una vez más.