El tiempo fue
desgastando las caricias
que ya dejaron
de ser tibias
Los dedos, ya
huesudos,
solo anidan
olvidos.
Fueron días de
vientos
los que
apagaron al sol
y resecaron
las sonrisas
de felicidades
efímeras.
La muerte
comenzó a desperezarse
y a saborear
la carroña
de mi carne
podrida
que en unos
minutos cenará.