
Mi ciudad es un desierto
en el que aprendí a caminar
sobre mis huellas solas.
Sentada a la mesa de mis demonios
llenan mi vaso con temores rancios.
Me embriago.
Me pierdo.
Alquimia ignorante de pociones
contra el conjuro del miedo a sentir.
Paseo descalza por la orilla de la muerte.
Me guiña un ojo.
No me dejo seducir.
Prefiero seguir zapateando melancolía
y patear fuerte al dolor.
Quizás haga gol.
1 comentario:
Espero que conviertas muchos goles.
Es mas, ya lo estás haciendo
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