domingo, 27 de enero de 2008

JUEGO DE PALABRAS


1- Las cosas por su nombre

Eduardo Galeano en su libro “Patas para arriba” escribió:

“Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión publica:

el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado;

el imperialismo se llama globalización;

las victimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos;

el oportunismo se llama pragmatismo;

la traición se llama realismo;

los pobres se llaman carentes o cadenciados, o personas de escasos recursos;

la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar;

el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral;

el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de la minoría, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría:

en lugar de dictadura militar, se dice proceso;

las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas;

cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos;

el saqueo de fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito;

se llaman accidentes los crímenes que cometen los automovilistas;

para decir ciegos, se dice no videntes;

un negro es un hombre de color;

donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida”

Hasta acá lo sito.

Me maravilla cuando encuentro escrito o cantado algo que lo siento.

Hace unos años fue el negro Fontanarrosa que pronuncio un iluminado discurso en el Congreso de la lengua española, donde hizo hacernos reír a carcajadas con el “pelotudo”.

Las puteadas tienen un uso innegable. Si hasta cuando se evitan decir, aparece el subtitulado.

Otras palabras parecen puestas en altares donde se supone que hay que prender velas y llevarles flores. “Madre”, “Padre”. ¿Quien los llama así? En ese intento de respeto se me asemeja a tomada de pelo.

Me exasperan otras: para decir discapacitados mentales, “chicos con capacidades diferentes”. ¡No jodamos! Queremos adornar con otras palabras lo que la mayoría no se atreve a mirar a los ojos porque espanta.

“Rellenita”, que fuera de todo canon caprichoso anoréxico y /o bulímico, es “soy gorda” y ¡ya! Y lo digo yo, que soy gorda.

Un colega compañero de trabajo me dice sobre un paciente: “R no causa mi deseo de analista”. ¿Les traduzco lo que me quiso decir?: “No se como trabajar con R, me angustia, porque no lo soporto.”

Es como quien dice a su pareja “tomémonos un tiempo” o “no soy para vos”. Decís chau ¡animate y listo!

Se que soy un poco hincha pelotas por deformación personal y profesional con el uso de las palabras. Puede llevarme una sesión de terapia intentado nombrar si Maria es la novia, esposa, mujer, o no se que corno sea de mi hermano. Y eso que no es nada mío! Jajaja

Hay un gran acto lúdico en la palabra, abre a un juego fascinante para mí, a veces laberintos en los que es muy fácil perderse.




1 comentario:

Llanura Pampeana dijo...

Hace rato que no releo Galeano... gracias por refrescarme la memoria.

Lindo blog.

Saludos!



Tomate unas vacaciones. Venite a la llanura.