Dormida en la esquina de tu espalda
siento el consuelo en mi boca.
Tu rocío baña mi cuerpo,
sacia el yugo gratificante.
Desfallecen los males
ante el abrazo envolvente,
como suspiros llevados al viento.
Fortaleza que me convoca
a desafiar a las estrellas
por la luz más seductora.
Instante efímero,
que muere.
Vuelvo a ser yo,
la de siempre.
1 comentario:
No hay que dejar de ser uno mismo.
Saludos!
Si ud tiene animales caídos del sistema, traigalos a pasear a la llanura.
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