
Pateando las veredas de historia pasadas,
tropiezo con adoquines de silencios
impregnados en los faroles
de las esquinas sin nombre.
Hundo los pies descalzos
en charcos de sentires fangosos.
Me derrumbo en el regazo
de recuerdos abandonados
en las veredas roídas por tristezas.
Atragantada de tanta melancolía,
busco un rincón para enterrar mis huesos
y mi dolor.