Mi sombra perdió mis pasos
esa noche que olvidó
doblar por la esquina del recuerdo.
Esa misma noche
que emborraché a mi espejo
con licor de mandarina
y se quedó llorando en un bar,
abrazando a nadie.
Dejé de correr de los lugares
donde no me encuentro.
No me persigo
detrás de las paredes del olvido.
Se alivianó la carga
de tristezas insensatas.
Se despejó el camino
de malezas amargas de sentimientos.
El farol del tiempo,
se vistió de noche
y salta para traer la luna.
Me espera para regalarme sueños
con perfume de percal.
4 comentarios:
Wow! noches de emborrachar al espejo con jugo de mandarina....excelente. Me encantó. Un saludo desde Bogotá!
hermoso poema,delicado bién construido
Preciosamente melancólico, solitario; nocturno. Los recuerdos que no cesan en dilatarse.
Un beso! Nos vemos!
caramba, Silvana; tiempo sin leerte y,como siempre, el regreso no es en vano.
saludos.
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