
Lágrimas cursis,
ríen los pañuelos.
Corazón con la desnudez grotesca
de un tugurio maloliente.
El alma se tapa los ojos
por ofender su moral en ruinas
y al buen gusto también.
Mamarracho que tartamudea
deletreando su propio nombre,
para recordarse,
desde la huida de su sombra
en busca de una historia mejor.