
Parte del asunto
de esta película muda,
sin subtitular,
es descifrar el enigma
que la esfinge
grita de espalda,
cabeza abajo,
tapada la cara
con su faldón.
Aprendí el color negro
y me olvidé de cuanto es
dos más dos.
El resto
es un do sostenido
que no para nunca de sonar.